Reloj inconsciente

El arte de portada pertenece a Mailén Mejías, se agradece su colaboración para este artículo.

La negación del tiempo y la tiranía de la elección

Por momentos, en algunos sujetos pareciera instalarse una negación del tiempo biológico, una adhesión forzada a una juventud idealizada, promocionada socialmente como una tierra prometida siempre anhelada pero irremediablemente perdida. La juventud se presenta como un valor en sí mismo, un atributo absoluto.

Pero más allá del maquillaje sobre este tiempo existencial, se despierta una urgencia inconsciente, una ansiedad que se filtra en la toma de decisiones. El simple hecho de decidir se vuelve ya en sí mismo un desafío.

¿Por qué elegir en una sociedad que aparenta prometerlo todo?

Elegir implica pérdida, pero también ganancia, sentido y compromiso.

La elección no sólo se vuelve compleja, sino que además el sujeto debe convencerse de que eligió “bien”. Una verdadera tiranía de la elección (Salecl, 2011), donde no hay elección correcta posible cuando todos los vínculos —afectivos, laborales, existenciales— están atravesados por una lógica de lo efímero.

¿Cómo apostar al tiempo si no hay tiempo?

Sólo con tiempo se conquista al tiempo”, podría respondernos el poeta T. S. Eliot (2002). El tiempo conquistado es aquel que se sitúa fuera del tiempo cronológico: el que nos constituye, el que da forma a lo que somos. Es el tiempo de los vínculos profundos, de la creación, del juego, de la memoria afectiva y de la casa primitiva. Son tiempos vividos, no cuantificables.

Sin embargo, hoy el reloj es omnipresente: lo vemos tanto en la negación biológica (adultos que imitan adolescentes) como en la ansiedad de la toma de decisiones, muchas veces motivada por fantasías instantáneas que emulan los imaginarios de las redes: éxito, fama, riqueza o incluso la procreación como conquista personal.

A esta ecuación ya compleja de elegir, se suma la dificultad de sostener lo elegido. Aparece entonces la rumiación: el “qué hubiese pasado si…”.

Desfilan en la mente escenarios posibles, idealizados, utópicos. El sujeto no logra estar en paz con sus decisiones. Intuye que, en una sociedad donde todo se exhibe y todo parece estar al alcance, elegir es también perder, resignar algo que podría haber sido.

Otro motivo de desconcierto se hace visible: el avance tecnológico acelera los cambios a un ritmo deshumanizante. El prometedor programador de ayer es hoy desplazado por un prompt engineer, que a su vez será reemplazado por un modelo más eficiente. Y así, sucesivamente.

Emular lo imposible

Frente a esta ansiedad generalizada, el sujeto desea recuperar su tiempo, salir de la jaula autoimpuesta, volver al encuentro genuino entre seres, sin máscaras ni algoritmos. Se anhela el reencuentro con lo artesanal, con lo simple: escuchar el sonido de un violín, oler las páginas de un libro. Oficios, saberes, vínculos que nos devuelvan humanidad.

Pero para seguir “dando batalla” en esta cultura, el sujeto emula a las máquinas. Se vuelve multitasking, multipropósito, productivo a toda hora. El hacer se convierte en un modo de evasión. Padres e hijos viven en un streaming permanente de sus vidas, sin darse cuenta de que nadie los está mirando. Nadie.

Y luego aparece el vacío. La angustia. En el mejor de los casos, esa angustia es sentida, y entonces puede mover algo, habilitar un cambio. En el peor, se intenta tapar con lo que esté al alcance: productos, estímulos, consumo.

Dasein

Dasein es el término que eligió Heidegger (2003) para hablar del “ser ahí”, del ser que se compromete con la existencia, sabiendo que es limitada, pero buscándole sentido. Ese ser que se despliega en el mundo desde su singularidad, en un trayecto que lleva toda una vida, pero que nos reconcilia con la tristeza, la incertidumbre, la alegría, las preguntas y los vínculos.

Este término apareció en una sesión clínica y me pareció justo para cerrar este artículo. Es una invitación a despertar. A vivir con conciencia, con riesgo, con entrega. A apostar por el único tiempo que tenemos: el de nuestra vida auténtica.

Referencias

  1. Salecl, R. (2011). La tiranía de la elección (M. Villegas, Trad.). Buenos Aires: Katz Editores. (Obra original publicada en 2010)

  2. Eliot, T. S. (2002). Cuatro cuartetos (J. A. Cabezas, Trad.). Madrid: Ediciones Cátedra. (Obra original publicada en 1943)

  3. Heidegger, M. (2003). Ser y tiempo (J. Gaos, Trad.). México: Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1927)

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