La silla vacía

Cada 20 horas se suicida un adolescente en Argentina. (1)

Es la segunda causa de muerte entre chicos y chicas de 10 a 19 años. (2)

Esta realidad devastadora nos interpela como sociedad.

Dante se sentaba en la primera fila. Los profesores lo conocían por sus "arrebatos" de ira, que consideraban un problema de conducta, algo que debía corregirse. Por este motivo, se comunicaron con la familia para que intentara modificar su comportamiento. (3)

Dante necesitaba ser escuchado. Durante meses había sufrido acoso: un compañero, haciéndose pasar por una chica en redes sociales, difundió un video íntimo suyo por la escuela, exponiéndolo a miles de miradas anónimas que observaban pero callaban. Dante quería ser escuchado, y finalmente lo fue cuando su silla y su mesa quedaron vacías una tarde de un miércoles cualquiera. Cuando alguien preguntó por qué faltaba Dante, el silencio fue la única respuesta. La silla vacía, símbolo de nuestras fallas colectivas, fue removida del aula, relegada a ese espacio de lo que "no queremos ver".

El suicidio, según la OMS, es el acto deliberado de quitarse la vida. Sin embargo, en un psiquismo en formación, como el de preadolescentes y adolescentes, podemos cuestionar el término deliberado, ya que este concepto implica cierto grado de reflexión sobre el acto. Entre las funciones que maduran en esta etapa del desarrollo vital están el control de impulsos y la regulación emocional. Por esto mismo constituyen una población vulnerable: las heridas son difíciles de elaborar, resultan traumáticas porque carecen de herramientas para procesarlas. Quedan expuestos, y cuando su mundo —que se construye en gran parte a través de la validación entre pares— se vuelve en su contra y se amplifica en una constante repetición digital, los jóvenes, por vergüenza, impotencia o dolor intolerable, pueden tomar decisiones irreversibles.

Nativos digitales: un mito peligroso

Otro concepto que debemos repensar es el de "nativos digitales". Esta etiqueta de alguna manera nos justifica como adultos, situándonos en otro territorio. Asumimos que los jóvenes nacieron en un mundo virtual donde pueden desenvolverse y adaptarse naturalmente, pero esto es una falacia. Si un niño de cuatro años puede navegar intuitivamente por un celular no es porque sea un genio, sino porque detrás del dispositivo hay equipos de profesionales que cobran importantes sumas para hacer que la tecnología sea intuitiva y adictiva para los niños.

Estamos ante la economía de la atención, donde psicólogos especializados en persuasión colaboran con ingenieros para que cada elemento —el sonido de recompensa en las interacciones, la respuesta táctil, las fotos de nuestros seres queridos en portada, la saturación de colores primarios— resulte irresistible. Y detrás de esta fachada se esconde un mundo más peligroso, sin reglas ni normas claras, pero con la misma capacidad de daño que el mundo físico: las redes sociales y la virtualidad.

El legado del encierro

Nos resulta difícil revisitar el tema de la cuarentena obligatoria por el Covid-19, período que resultó traumático para toda la sociedad (4). Sin embargo, es crucial no olvidarlo, porque muchos niños continúan en una forma de cuarentena: su pandemia no ha terminado, solo se extiende indefinidamente en un espacio virtual sin límites. La ausencia de fronteras (scroll infinito, imágenes en constante renovación, feeds interminables) es uno de los factores que complican el escenario adolescente actual.

Ya no basta con la mirada condescendiente del "son cosas de chicos que no entiendo". La crianza contemporánea implica desafíos éticos y de seguridad digital (como la exposición infantil en redes), además de exigir un involucramiento afectivo real: conocer sus intereses, comprender sus códigos y, fundamentalmente, dedicar tiempo a escucharlos sin interrupciones ni prejuicios.

Ine tenía quince años. Se quitó la vida después de que un compañero viralizara un video íntimo sin su consentimiento. ¿Hubo verdadera sorpresa al ver su silla vacía?

Los patios del silencio

La mirada adulta puede resultar cómoda: a veces los niños están físicamente cerca, pero no los vemos realmente. La imitación, como señaló Piaget en su teoría del desarrollo cognitivo, es una forma fundamental de aprendizaje (4). Muchos cuidadores exhiben comportamientos que contradicen lo que exigen a los niños. ¿Cómo pedirles moderación en el uso del celular si este está omnipresente en nuestras propias vidas?

La capacidad de moderar el uso de dispositivos diseñados para capturar nuestra atención representa un desafío incluso para adultos. Un niño, que aún no ha desarrollado las capacidades necesarias para establecer límites internos, depende de límites externos que deberían acompañarse con un modelo coherente de comportamiento.

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Si tenes cualquier inquietud sobre este tema o necesitas mayor información comunicate con el centro de atención al suicida, línea gratuita 134.

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Este artículo es una continuación de Adolescencia

  1. https://www.contextotucuman.com/nota/346681/cada-20-horas-una-nina-nino-o-adolescente-de-entre-10-y-19-anos-se-suicida-en-la-argentina.html

  2. Los casos son reales, fueron cambiados los nombres para proteger su intimidad

  3. Argentina registró una de las cuarentenas más estrictas del mundo, ubicándose en el puesto 28 en el ranking de muertes por millón de habitantes (2.877), por debajo de países como Bulgaria, Hungría o Perú, que superaron los 5.000 fallecidos por millón.

  4. Piaget, J. (1947). La psicología de la inteligencia

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